La ruta del petróleo. La empresa nacionalizada tiene una opción segura, que es la de poder seguir produciendo crudo. Nielsen quiere más capitales para acelerar.
El desafío es diseñar la ingeniería financiera para expandir la actividad de YPF en Vaca Muerta. Hay que poner a Vaca Muerta en un pie de igualdad impositiva y fiscal, con las áreas no convencionales de Estados Unidos.
Lo dicen por lo bajo referentes del Frente de Todos: el objetivo es que YPF sea una suerte de vector estratégico que impulse la llegada de más divisas. Están los que leen en eso la búsqueda de nuevos socios para sumar en áreas en manos de la compañía.
La empresa tiene con qué responder a ese posible crecimiento. Por un lado, la gestión saliente de Miguel Gutiérrez ya había anticipado la posibilidad de sumar hacia el 2024 el equivalente a medio millón de barriles adicionales. Esto implicaría duplicar la producción argentina actual, aprovechando las condiciones de precio y los oleoductos disponibles.
En ese contexto, para ese período la petrolera, tal como lo anticipó +e, ya hace obras que le permitirán procesar esos 500.000 barriles diarios en cuatro años. En las áreas mencionadas, tiene en vías de construcción y la ampliación de sus PTC (plantas de tratamiento de crudo) para dar respuestas a ese crecimiento.
Al mismo tiempo, hará tendidos internos para interconectar esas áreas, e impulsará obras para poner a punto oleoductos troncales como el del Pacífico, que hoy podría sumar unos 107 mil barriles diarios de producción.
Neuquén acaba de dar a conocer que su producción de petróleo llegó a los 155.000 barriles diarios de crudo.
Al mismo tiempo, YPF tiene un ambicioso plan de recuperación terciaria y secundaria que incrementaría su nivel de reservas.
De acuerdo a lo que informó el vicepresidente de Upstream de la compañía, Pablo Bizzotto, hay unos 1000 millones de barriles de yacimientos que hasta ahora eran considerados viejos pueden dar con la inyección de polímeros.
Son proyectos que ya están en marcha en la Cuenca Neuquina y en la del Golfo San Jorge.
El plan de desarrollo del shale gas, es decir, el proyecto que tenga YPF para dar respuestas al futuro de la producción de Vaca Muerta, tiene una primera escala con los envíos de GNL al exterior. Pero hay que ver qué condiciones hay para abordar la construcción de una planta de licuefacción.
Gutiérrez y la mirada de la expansión global del crudo y el gas
Miguel Gutiérrez dejó la presidencia YPF en medio del recambio del gobierno nacional. Había asumido casi tres años antes, pocos meses después de la llegada de Mauricio Macri a La Rosada.
El día que asumió Guillermo Nielsen fue designado director por las acciones clase “D” en la compañía.
Gutiérrez, quien tenía entre sus antecedentes ser director de Telefónica, tuvo una visión estratégica del posible rol que YPF podría jugar en el actual contexto global. En buena medida, su gestión se dio de frente con decisiones del gobierno nacional que le jugaron en contra. Entre ellas, la falta de acceso de nuevas áreas de la compañía al subsidio de la resolución 46 (shale gas de Vaca Muerta). En el último tiempo, el freno al precio del Brent del gobierno nacional como forma de contener el valor de los combustibles, algo que a la principal productora de naftas también la obligó a recortar unos u$s 120 millones por mes de su plan de inversiones.
Gutiérrez apuntaló las chances del gas de Vaca Muerta: después de todo, la empresa está abriendo ese camino exportando GNL desde una barcaza en Bahía Blanca. También se asoció con gigantes mundiales para ir transitando ese camino que, si hay condiciones, la podrían convertir en parte de la vanguardia exportadora de gas licuado.
En petróleo, Gutiérrez puso a jugar la idea de que el país podría exportar 500 mil barriles diarios en cinco años. Obró en consecuencia, avalando las obras de procesamiento de crudo que ya están en marcha y que tienen como motor la zona caliente de Vaca Muerta: La Amarga Chica, Loma Campana y Bandurria Sur.
Fuente: Mas E