Son nueve campos ubicados en aguas ultraprofundas, debajo de una espesa capa de sal.
El presidente Jair Bolsonaro se fue la semana pasada de Arabia Saudita con una invitación en el bolsillo: sumar a Brasil a la Organización de Países Productores de Petróleo (OPEP), el club de las 14 potencias petroleras del mundo.
La invitación llega en un momento de oro para la extracción de crudo en el país, que viene batiendo récords de producción y se convirtió en un imán para las petroleras globales, que participarán masivamente de dos nuevas subastas de áreas que la reguladora estatal, la Agencia Nacional de Petróleo, Gas y Biocombustibles (ANP), realizará esta semana y con las que espera recaudar hasta unos 28.500 millones de dólares sólo por las licencias de exploración.
“Desde 2017, y considerando la previsión de recursos para las subastas de esta semana, serán 38.500 millones de dólares los recaudados por la ANP, un monto que también es récord y que según un informe de la consultora Wood Mackenzie representa la mayor parte de todo el dinero que las petroleras gastaron los últimos tres años en licitaciones de áreas de hidrocarburos en todo el mundo”.
“Es dinero que brota del piso. Cada vez más dinero para salud, educación, seguridad, carreteras, vías férreas”, se entusiasmó el ministro de Economía, Paulo Guedes, en un reciente evento ante inversores al describir la atracción que provoca el sector petrolero de Brasil.
Para el gobierno es un filón que, junto a las reformas económicas en curso, entre ellas la ya aprobada del sistema previsional, ayuda a despejar el horizonte fiscal y que, a mediano plazo, tendrá un impacto en la actividad económica, que se espera que crezca un 2% en el 2020, ante un magro 0,92% este año.
“Creemos que la subasta será exitosa”, dijo el ministro de Minas y Energía, Bento Albuquerque, quien en una reciente entrevista con el canal de TV Globo News aseguró que espera que Brasil entre en los próximos años al grupo de cinco mayores productores mundiales de petróleo.
La expectativa se apoya en estimaciones de la ANP, que espera que Brasil trepe a ese puesto hasta el 2030, cuando se duplicaría la producción actual de unos tres millones de barriles de petróleo equivalente. Hasta ese año, el gobierno espera inversiones en el sector cercanas a los 350.000 millones de dólares.
El presidente Bolsonaro se hizo eco de la euforia en la conmemoración de los 300 días de su gobierno. “Estamos cambiando el futuro de Brasil”, dijo, celebrando las reformas económicas que impulsa, y que el martes tuvieron una continuidad con la presentación ante el Congreso de una nueva propuesta de coparticipación de impuestos con estados y municipios, a la que seguirá otra de índole administrativa que afectará la estabilidad, el régimen de trabajo y la contratación de empleados públicos.
Las subastas son resistidas por los sindicatos petroleros, que intentan frenarlas en la justicia con demandas que alegan impactos ambientales y consecuencias “gravísimas” que para la soberanía del país acarrearía la desnacionalización de las reservas de hidrocarburos. El gobierno, para evitar que prospere cualquier amparo, montó una gran operación jurídica para defender las subastas.
El escenario de la subasta de este miércoles será el auditorio de un lujoso hotel de Barra de Tijuca, en Río de Janeiro.
Allí ya están agotadas todas las plazas ofrecidas para asistir a lo que el gobierno brasileño anunció como la mayor subasta de petróleo y gas ya realizada en el mundo debido al potencial de explotación de las áreas ofrecidas: Sepia, Itapu, Buzios y Atapu, todas en la Cuenca de Santos y ubicadas en la región del presal, las gigantescas reservas ubicadas en aguas ultraprofundas y debajo de una espesa capa de sal que Petrobras descubrió hace más de una década.
Con la deserción a última hora de la británica BP y de la francesa Total, serán 12 las compañías que participarán en la subasta: Petrobras, las estadounidenses Chevron y ExxonMobil, las chinas CNODC y CNOOC, la colombiana Ecopetrol, la noruega Equinor, la portuguesa Petrogal, la malaya Petronas, la qatarí QPI, la angloholandesa Shell y la alemana Wintershall.
Expertos afirman que los campos ofrecidos, que albergan reservas ya conocidas, tienen bajo riesgo exploratorio y están listos para la extracción de hidrocarburos, son ampliamente codiciados por el sector privado y ven probable la formación de consorcios de empresas, de modo de dividir riesgos y costos.
“Se trata de una licitación con características muy particulares. Con pocos actores con fuerza (para el potencial de las áreas ofrecidas) es natural que la disputa sea menos intensa. Pero será una subasta de mucho éxito”, anticipó el director-general de la ANP, Decio Oddone.
El jueves, en tanto, la ANP ofrecerá cinco áreas localizadas en las cuencas de Santos y Campos, también el presal, por cuyas licencias espera recaudar unos 1.960 millones de dólares.
Las empresas que competirán por las áreas del presal Aram, Bumerangue, Cruzeiro do Sul, Sudoeste de Sagitário y Norte de Brava son 13, entre ellas BP y Repsol Sinopec, además de varias de las que buscarán quedarse con los campos ofrecidos en la primera licitación. Según la ANP, Aram tiene potencial para convertirse en el tercer mayor campo productor de Brasil.
Por las dudas, desde Viena, el secretario general de la OPEP, Mohammad Barkindo, ya avisó: “Ellos (los brasileños) serían muy bienvenidos para participar” en el cartel, dijo.
Fuente: Clarin