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Un mal diseño de tarifas provocará pérdidas de 50.000 millones al año
En España la generación distribuida crecerá hasta casi 1.000 MW en 2024

El autoconsumo y las pequeñas instalaciones de energía solar van a explotar en los próximos cinco años en todo el mundo: unos 100 millones de hogares se instalarán paneles fotovoltaicos en el tejado, y eso sólo aportará una cuarta parte del volumen de generación solar distribuida que augura la Agencia Internacional de la Energía (AIE) durante el período. La entidad advierte de que el boom puede provocar más de 50.000 millones de euros en pérdidas a empresas y consumidores sólo en 2024 si no se diseñan bien las tarifas eléctricas.

La AIE acaba de publicar el informe Renovables 2019, que por primera vez analiza el desarrollo de la generación solar distribuida y el autoconsumo. Según sus previsiones, si la tecnología fotovoltaica copará el 60% de todo el crecimiento de la potencia verde del próximo quinquenio, calculado en 1.200 GW -equivalente a 12 veces el sistema eléctrico español-, aproximadamente la mitad corresponderá a instalaciones de pequeño tamaño.

La mitad de ese crecimiento de la generación solar distribuida se producirá en China, que ya en 2021 arrebatará el liderazgo en este tipo de aplicaciones a la UE. Las instalaciones sobre grandes cubiertas, de comercios e industrias, coparán el 75% del mercado, tanto porque saldrán más baratas que en los hogares, como porque su generación, durante el día, se adaptará mejor al ritmo de consumo local.

La razón de este enorme crecimiento es muy sencilla: el coste de generación de los paneles solares ya es menor que el precio que pagan los consumidores por el suministro eléctrico. Por ejemplo, la AIE indica que hoy en España una industria puede evitarse pagar hasta el 35% de la factura. Y ese ahorro va a ser aún mayor, ya que los costes de instalación de los pequeños sistemas solares van a reducirse entre un 15% y un 35% hasta el año 2024.

Ahorro según la normativa

El nivel de ahorro depende del grado de autoconsumo económico reconocido por la regulación, que no tiene porqué coincidir con el autoconsumo físico real, de carácter instantáneo. Cuanto más autoconsumo se admite, aunque sea en diferido, más se ahorra.

Como ejemplo, la AIE indica que los autoconsumidores alemanes podrían ahorrarse unos 40.000 millones durante el próximo quinquenio, pero que los australianos proporcionalmente ahorrarán menos, aunque dispongan de más horas de sol, por el diseño de sus tarifas.

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Este ahorro individual tiene sus repercusiones sobre el resto del sistema eléctrico, ya que las tarifas están compuestas por términos fijos -para costes fijos, como las redes- y términos variables, para el consumo. Y si los autoconsumidores colaboran menos a cubrir los costes fijos, incrementan esa parte de la factura del resto de consumidores convencionales.

Precisamente para evitar ese efecto, el anterior Gobierno implantó el llamado impuesto al sol, un peaje sobre la energía autogenerada que pretendía impedir esa subvención encubierta que el actual Gobierno ha derogado.

Además de avisar sobre este trasvase de rentas entre consumidores y autoconsumidores, la AIE advierte de que la generación distribuida conlleva una menor recaudación de impuestos y de que normalmente aumenta los costes de las redes de distribución y transporte, porque tienen que reforzarse, amén de reducir los ingresos de estas infraestructuras.

Para evaluar el impacto de estos efectos negativos, el organismo internacional hace una estimación en función del grado de autoconsumo; en el peor de los escenarios, con un nivel reconocido de autogeneración del 75% en 2024, cree que las empresas distribuidoras podrían perder unos 14.000 millones y los comercializadores unos 25.000 millones.

Por otro lado, los generadores podrían compensar las menores ventas con menos inversión en nueva capacidad y los estados, entre impuestos y otros recargos, dejarían de recibir unos 18.000 millones.

La AIE enfatiza que estos efectos negativos del autoconsumo pueden desaparecer con un buen diseño de tarifas que mantenga el atractivo de la inversión, que garantice los ingresos a las redes y que reparta los costes fijos adecuadamente entre todos los consumidores.

España, segundo mercado europeo

En el caso de España, la AIE augura que las renovables crecerán a un ritmo cercano a los 5.000 MW anuales en los próximos cinco años, acorde con el Plan Nacional Integrado de Energía y Clima (PNIEC), convirtiéndose en el segundo mercado de la UE, tras Alemania.

La eólica conectará a las redes unos 2.000 MW al año, mientras que el resto será energía solar, con las instalaciones distribuidas y de autoconsumo aumentando de un modo sostenido hasta rozar los 1.000 MW en 2024; no estaremos, en todo caso, entre los cinco países con más peso del autoconsumo doméstico: Australia, Bélgica, California, Holanda y Austria.

Esta previsión se basa en el borrador de la Ley de Cambio Climático y Transición Energética, que exige un mínimo de instalación de 3.000 MW verdes anuales, basado en subastas periódicas, y en la competitividad de las tecnologías, con costes de generación inferiores a los del mercado eléctrico.

La entidad, no obstante, llama la atención de que estas previsiones podrían fallar por la dificultad para encontrar financiación y por la incertidumbre sobre los precios eléctricos futuros, que tenderán a la baja según se vaya incrementando el peso de las renovables.

 

Fuente: El economista