Tal y como ha manifestado Ursula von der Leyen en numerosas ocasiones, la Comisión Europea ambiciona un continente sin emisiones para dentro de treinta años. Es un planteamiento ambicioso que obliga a modificar un sinfín de industrias y a revolucionar el modelo productivo de la Unión Europea. ¿Cómo hacerlo? Un camino podría pasar por el auto-abastecimiento eléctrico en los hogares europeos. Según un estudio, la instalación de miles de placas solares en los tejados de las viviendas podría producir casi un cuarto de la energía del continente.
¿Cómo? El trabajo combina información geoespacial recopilada por los satélites espaciales y diversas fuentes estadísticas de la Unión Europea. Su objetivo original consistía en determinar cuánto espacio disponible ofrecían los edificios del continente para instalar placas fotovoltaicas. La respuesta, elaborada por su modelo algorítmico, es sorprendente: hasta el 24,4% de la electricidad consumida en la Unión Europea (basada en los niveles de 2016) podría generarse colocando paneles solares en los tejados de media Europa. Se trataría de una contribución “significativa”, en línea con el boom global en torno a la energía solar.
Espacio. El peculiar modelo urbanístico y demográfico de Europa ofrece sus ventajas. El estudio estima que hay al menos un área tres veces el tamaño de Luxemburgo a explotar mediante placas fotovoltaicas, más de 7.900 kilómetros cuadrados que podrían generar alrededor de 680.000 GW/hora al año. La producción potencial varía en función del país. Francia se llevaría la palma, seguida de Alemania e Italia, con España en el cuarto lugar. Es una aportación sustancial, muy en especial si pensamos en la creciente demanda eléctrica que otras alternativas verdes, como los vehículos eléctricos, representan a medio plazo.
Problemas. ¿Es factible? El estudio identifica diversas barreras al desarrollo de las placas fotovoltaicas para auto-consumo, y pocos están relacionados con las cuestiones técnicas. Los factores económicos siguen siendo los principales escollos, muy en especial por la inversión inicial que tendrían que realizar los residentes y por las barreras legislativas aún existentes en los países. En España, por ejemplo, el “impuesto al sol” promovido por el anterior equipo de gobierno caducará en 2021. Hasta entonces, hay un desincentivo efectivo para que muchas familias instalen paneles solares en sus tejados y consuman su propia electricidad.
Precio. Las energías renovables siguen siendo caras como para que su popularización sea plena entre los consumidores (y los gobiernos, elegidos por estos). Es algo que está cambiando poco a poco. Su producción eléctrica ya es más barata en 60 países de todo el mundo, entre ellos gigantes con grandes necesidades energéticas como China y la India. La inversión inicial requerida por la eólica o la solar se ha desplomado entre un 58% y un 68% desde principios de la pasada década. Esto les hace ser cada día más competitivas con otras energías contaminantes cuyo coste de instalación está amortizado desde hace décadas.
Oportunidad. Por ahí se abre la vía de oportunidad para los tejados fotovoltaicos y el auto-consumo. En plena transición hacia un modelo económico más sostenible, es probable que la Comisión impulse soluciones similares. Hoy sólo Alemania supera los 500w per cápita producidos mediante energía solar, seguida de lejos por Bélgica, Italia, Malta, Países Bajos, Grecia y Luxemburgo. El resto de países, incluidos España y Portugal, pese a su abundante potencial, siguen muy lejos. La primera podría producir hasta el 30% mediante placas fotovoltaicas en los hogares; la segunda dispara el porcentaje por encima del 40%.