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La velocidad, la interpretación de las necesidades de los usuarios y la concepción de experiencias de usuarios centradas en los clientes son las características que diferencian a las fintech de los bancos.

Según datos publicados en marzo de 2019 por el Banco Central de la República Argentina (BCRA), sobre un total aproximadamente de 40 millones de personas existen 56 millones de cajas de ahorro y 25 millones de titulares de tarjetas de crédito. Asimismo, la misma fuente establece que el crédito al consumo representa apenas el 4,8% del PBI en comparación con América Latina que asciende a 15% o el de mercados emergentes que es del 30%. Por lo que paradójicamente en nuestro país hay más cajas de ahorro que personas y a la vez los préstamos al consumo en relación al PBI son los más bajos de la región.
Por este motivo, pocas personas encuentran que su entidad bancaria satisface necesidades de consumo crediticio, lo que nos permite confirmar que nuestra población se encuentra sub bancarizada. Es decir, la mayoría de las personas tienen cuentas bancarias (CBU) pero un número muy escaso cuenta con acceso a líneas de crédito de consumo con límites que cubran adecuadamente sus requerimientos. Como consecuencia quedan marginados del sistema financiero y para poder acceder a un crédito tienen que optar por las compañías financieras no bancarias o las tiendas comerciales.
Por lo tanto, nuestro sistema financiero no es capaz de llegar con este tipo de productos a toda la población, ya que centralizan sus estrategias en dos públicos. Por un lado, cubren las necesidades de consumo de los segmentos socioeconómicos privados más altos, los conocidos como ABC1. Y por otro, apuntan al sector público con productos crediticios a empleados que cobran sus haberes en dichos bancos.De este modo, las instituciones bancarias se aseguran bajos niveles de incobrabilidad, pero, a la vez, dejan insatisfecho al resto de la población socioeconómica, la parte más importante de la pirámide social y la más desprotegida. Justamente, son las Fintech, o sea, las empresas financieras tecnológicas, las que cubren esa demanda.

Gracias a la tecnología y las distintas herramientas que poseen son una alternativa simple, sencilla y de fácil acceso para intentar satisfacer la demanda gigantesca que presenta nuestra economía. A través de plataformas totalmente automatizadas, con tecnología de avanzada, una persona puede acceder a un crédito de forma online a través de WhatsApp, por ejemplo, desde su celular. Sólo con el número de su DNI en minutos puede recibir el crédito en su cuenta bancaria.

Además, la utilización de la tecnología permite a las Fintech obtener información de sus clientes, profundizar sus perfiles y entender con mayor profundidad sus fuentes de ingresos, como así también su conducta de compra y pago de sus obligaciones financieras. Otro punto de gran importancia en este proceso es la utilización de bases diversas de información, instrumento clave para obtener mejores resultados en clientes con aparentes mayores riesgos crediticios que los bancarizados.

En este sentido, las Fintech incorporan modelos estadísticos con tecnología de Machine Learning, que consiste en identificar patrones complejos en millones de datos que son revisados para predecir de forma automática comportamientos futuros. De este modo, aprenden continuamente de sus experiencias de otorgamiento y cobro de préstamos a fines de realizar una mejora continua en sus performances.

La velocidad, la interpretación de las necesidades de los usuarios y la concepción de experiencias de usuarios centradas en los clientes son las características que diferencian a las Fintech de los bancos y que colaboran a incluir a los sub bancarizados. Junto a ellas y de la mano de un mercado con mayor estabilidad macroeconómica y reglas más claras, las oportunidades para 2020 serán aún mayores.

Fuente: Ambito