La Justicia de Delaware recibió ayer los escritos de ambas partes y ahora decidirá si amerita o no el cambio de jurisdicción. Si lo hace, el país ganará tiempo y podrá apelar en caso de un fallo negativo.
El Diamond Alkali es uno de los componentes básicos del desfoliante Agente Naranja. Las primeras presentaciones datan de fines de los 60, pero fue luego durante toda la década del 70 donde el estado de Nueva Jersey profundizó las demandas. Ante el juicio, y por la mala imagen de la compañía, Maxus modificó su nombre rebautizándola Diamond Shamrock, empresa que luego fue vendida a Tierra Solutions, una subsidiaria de Maxus. A fines de los ’80, Maxus se la vendió a Occidental Petroleum Corporation (Oxy).
El caso continuó sin resolución durante décadas; pero siempre estuvo activo. En 1995, durante el Gobierno de Carlos Menem, luego de la apertura de las acciones de la petrolera a los privados y durante la gestión de José Estenssoro como presidente de la compañía compró Maxus por unos u$s762 millones con el objetivo de expandir a YPF dentro del mercado norteamericano. Y de allí convertirla en una empresa multinacional. Estenssoro siempre confió en el potencial de Maxus, especialmente por las inversiones con las que contaba dentro del continente latinoamericano, particularmente en Venezuela, Ecuador y Bolivia. Maxus tenía una gran cantidad de deudas, las que se fueron saneando para luego comenzar un proceso de traspaso de activos hacia YPF por casi u$s1.000 millones.
Durante la gestión de Repsol, la empresa quedó abandonada, acumulando pasivos por más de u$s300 millones, sumando además deudas con proveedores y con su personal. En 2012 (el mismo año de la renacionalización), la corte de Delaware falló en contra de Maxus y Tierra. Durante la gestión de Miguel Galluccio se ordenó un estudio puntual sobre la situación real de la petrolera y sus potencialidades cuyos resultados determinaron que lo mejor era el cierre de la empresa y su presentación en concurso.
Gallucio dejó la conducción de YPF, pero el informe fue tan lapidario (Maxus no dio rendimientos en ninguno de los ejercicios en los que operó bajo el ala de la petrolera argentina), con lo que con la llegada de Miguel Angel Gutierrez como presidente de YPF se decidió avanzar con la quiebra definitiva. El anuncio se hizo el 22 de junio de 2016, mencionando que las empresas Maxus Energy Corporation, Tierra Solutions, Maxus International Energy Company, Maxus (US) Exploration Company y Gataway Coal Company, se presentaron en bancarrota en Wilmington, Delaware, donde estaba radicada la petrolera. Gutierrez tomó la decisión, luego de analizar, a partir del informe de Gallucio, que la empresa era inviable y que tenía causas judiciales pendientes que la convertían en una bomba de tiempo. Luego de la presentación de 2016, fue el estado de New Jersey el que pidió la intervención de la causa, advirtiendo que lo que se intentaba desde la petrolera argentina era desligarse de sus responsabilidades del caso de la contaminación del río Passaic.
La causa fue analizada por el juez Christopher Sontchi, de la corte de Bancarrotas del Distrito de Delaware, que abrió la demanda y el 20 de febrero pasado dictaminó que la causa debería seguir adelante, rechazando un pedido de YPF para cerrar el caso y abriendo una etapa de investigación sobre si existe o no responsabilidad de YPF por los efectos de la contaminación provocada por Maxus, al haber adquirido la petrolera en 1995.
El argumento de la petrolera argentina como principal defensa, según el escrito presentado ayer, es que al tratarse de un caso de contaminación y de daño ambiental, se debe tratar en un juzgado civil y con leyes que no tienen que ver con los efectos económicos de una bancarrota o quebranto. Y que, en consecuencia, debería mudarse su tratamiento a otro juzgado, con otras reglas jurídicas. Además mencionó la petrolera que durante la operación realizada en 1995 se firmó una cláusula por la cual se pagaron unos u$s130 millones a los antiguos propietarios de Maxus (más otros u$s65 millones de un préstamo puente); para formar un fondo de quiebras que atendiera todas las causas aún abiertas, incluyendo las correspondientes a daños ambientales. Y que, en consecuencia, las eventuales culpabilidades que podrían haber recaído sobre YPF habrían quedado ya saldadas con ese pago.Se argumenta además, que en el momento de la compra de Maxus en 1995, la planta productora de Diamond Alkali (la que vertió el Agente Naranja al río), ya no era propiedad de la petrolera norteamericana. Sin embargo, este argumento no bastó en su momento para convencer a Sontchi de la falta de responsabilidad de YPF.
Fuente: Ambito