En tres años, las empresas ya extraen un promedio de un 50% más de petróleo y gas de cada perforación. El shale se desinfla rápido y el desafío es producir más.
No hay dudas. Los pozos en Vaca Muerta cada vez rinden más y las operadoras sacan mucho más gas y petróleo que hace tres años, en lo que se considera una fase de aprendizaje para bajar costos y buscar rentabilidad.
Se estima que de 2016 a 2019, en pleno auge de los pozos horizontales que le cambiaron la visión a la cuenca neuquina, la producción inicial de cada pozo aumentó al menos un 50% promedio, a pesar de la fuerte declinación que tienen al cabo de un año.
Dicho en otras palabras: los pozos de rama lateral de Vaca Muerta arrancan con una producción cada vez más alta, a costa de “desinflarse” en menos de dos años por la dinámica del no convencional. La ecuación rinde, sobre todo si las empresas toman la decisión de pasar a modo factoría, es decir, a la perforación permanente.
Una foto de este momento es lo que pasa con YPF en sus propios pozos. De acuerdo a la información oficial, la producción acumulada en siete meses de vida en cada pozo aumentó un 40% en tres años. La estadística se hizo en base a un recorte comparativo de 55 pozos en 2016, 30 en 2017 y 22 en 2018, donde pasó de unos 80.000 a 120.000 barriles equivalentes (petróleo y gas) en la proyección a la vida útil del pozo.
Escenario
Además, como otro parámetro, la empresa midió que en tres años aumentó un 35% el rendimiento de toda la vida útil de cada pozo, a unos 30 años de vida promedio.
Para llegar a este escenario, la operadora, como otras en la cuenca, tuvo que hacer varios cambios en la estrategia de producción: incorporar nuevas herramientas, tecnología y elegir las zonas más ricas de la tierra, con la incorporación de un sistema de geonavegación en tiempo real, que permite ubicar el trépano en la mejor posición.
Otra fotografía para entender por qué la industria del no convencional es cada vez más exigente está en el informe que el economista Ricrdo Arriazu desplegó sobre el fenómeno de Vaca Muerta en el Precoloquio de Idea que se realizó en Neuquén capital.
De acuerdo a esos datos, matizados entre la Secretaría de Energía de la Nación y donde confluyen todas las operadoras, la curva de aprendizaje para producir más en los pozos aumentó más de un 80% tres años.
En la ventana de petróleo, la producción en el arranque de un pozo pasó de 350 a 650 barriles por día, un dato que sirve para entender por qué en tres años el 60% del petróleo que se extrae en la cuenca neuquina proviene de reservorios no convencionales, revirtiendo la ecuación cuando el convencional lideraba la producción años atrás.
Y en gas, el escenario es más o menos parecido: la producción inicial se ubicó en 110.000 m³/d en 2016 y trepó a 180.000 m³/d en 2018, es decir, poco más del 63%.
Otro dato que se analiza a la hora de valorar el aumento en la productividad en cada pozo (y que muchas veces tiende a distorsionar las estadísticas) es la decisión que tiene cada compañía a “abrir el grifo” en cada pozo en producción, lo que se llama choke management, el manejo del mismo. Son decisiones de mercado, de acuerdo a la cantidad de fluido que se quiere sacar de la formación. Algunas empresas tienen una estrategia más conservadora y prefieren no abrir demasiado el grifo y sacar más producción, para conservar la formación.
Por ahora, en Vaca Muerta los pozos rinden. Pero el aprendizaje de las empresas es día a día. El desafío es buscar ese punto de equilibro entre la producción y la renta.
Clave: mantener el caño limpio
De acuerdo con lo que explican los expertos en las operadoras, otra de las claves para mejorar la producción en los pozos no convencionales es mantener limpio el trayecto. A diferencia de los viejos pozos, la mayor presión que tienen la longitud de los pozos de ramas laterales y la cantidad de fracturas hacen que los residuos puedan obstruir el trayecto, con el peligro de clausurar la producción. La industria en Vaca Muerta requiere de más empresas de servicios especiales y el costo de mantenimiento es alto para mantener las perforaciones en óptimas condiciones, hasta la declinación.
Por Adriano Calalesina
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